El humo negro es una llamada de atención de la mecánica y su presencia visible de manera regular indica que hay algo raro en el motor del coche: el combustible no se quema bien.
Los diferentes colores pueden ser indicativos de averías graves pero también de procesos físicos normales, como la condensación por los cambios de la temperatura.
Por eso, es importante prestar atención a algunos síntomas que podrían significar fallas graves en el funcionamiento.
Los humos emitidos por los motores de combustible al funcionar deben ser de tonalidad grisácea y no muy densos. En el caso de que el humo sea negro, la causa está casi siempre relacionada con la mezcla de combustible que se da el interior del motor.
Esta situación provoca un mayor gasto de combustible y por tanto un mayor desembolso económico para el conductor del vehículo, pero también puede llegar a causar averías más graves.
La mala mezcla en la combustión, principal motivo del humo negro, puede estar provocada por un exceso en la cantidad de combustible, sobre todo en los casos de la gasolina que entra al motor en comparación con la cantidad de aire con la que debe mezclarse.
Ahora bien, también puede darse la situación contraria: el filtro del aire está sucio o en mal estado y no permita la entrada de suficiente oxígeno al motor. En ambos casos es importante recalibrar la mezcla para que el coche funcione de manera óptima.
En los motores diésel puede darse una circunstancia extra si al acelerar sale una ráfaga de humo negro: el coche está expulsando partículas quemadas acumuladas en el escape. Esto puede provocar un gasto extra en combustible, fallos en el catalizador o un desgaste de esta pieza antes de tiempo.
Cabe destacar que esta reacción se da en los vehículos anteriores al año 2004, que no contaban con filtro antipartículas.
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