“Nos cuesta ponerle cifras a la economía 2020 de Alberto Fernández, pero haremos el intento”, dijo ayer el economista Federico Muñoz en un informe. Así como los encuestadores son los consultores del momento, también los economistas tienen un trabajo interesante a la hora de proyectar escenarios y, más difícil aún, ponerle números.
Según el reporte, las tensiones comenzarán antes de que asuma, si es que gana. “Las turbulencias financieras tanto durante el proceso electoral que conduciría a ese triunfo como en la transición previa al traspaso de mando serán severas”, dice. Va más allá: “Nuestro temor es que presenciemos una dolarización muy intensa de carteras, que bien podría convertirse en una corrida cambiaria y bancaria. No descartaríamos que, en esas circunstancias, Guido Sandleris y Nicolás Dujovne (quizás con la anuencia de las autoridades entrantes) se vean forzados a disponer algún tipo de control de capitales para contener la sangría”.
Cuánto de eso ocurra será clave para moldear los primeros días de un eventual Gobierno de Alberto F.
El otro tema a discernir, dice Muñoz, es cuántos grados de libertad tendrá Alberto F. en el manejo de la economía. Allí, Muñoz tiene una lectura, si se quiere, más optimista. Por un lado, dice que las “Albertonomics” serían más racionales que las del último mandato de Cristina Kirchner (en rigor, él mismo las criticó con dureza) y que, a diferencia del consenso, gozaría de autonomía (en esa esfera, cuanto menos) para desplegar sus ideas y llevar su gente. “Creemos que Fernández convocaría a un equipo solvente y conduciría una política económica bastante más racional que la que el consenso tiene en mente”, dice Muñoz. “Ese pronóstico se sustenta en que reconocemos en el exjefe de Gabinete a una persona pragmática, perspicaz, ideológicamente maleable y carente de escrúpulos. Por ello, descontamos que Fernández conoce el muy alto costo económico de insistir en la heterodoxia irracional de la primera etapa kirchnerista (básicamente, la agudización de la fuga de capitales, la caída en default y la profundización de la depresión)”, dice el reporte.
Como Alexis Tsipras en Grecia, deberá capitanear el programa de ajuste con el FMI. Un programa, como dijo ayer Alberto, que no diseñaron ellos sino que heredaron, pero que deberán respetar o renegociar con cautela porque los costos de patear el tablero serán altos.
“Creemos que Alberto Fernández entiende que enfrentará una encrucijada similar a la de Tsipras y que deberá mostrar señales muy claras de racionalidad inmediatamente después de su elección (o inclusive antes), si aspira a evitar un rápido colapso financiero que comprometa a toda su gestión”, agrega Muñoz.
Si ese fuera el caso (primer interrogante), se deberá ver si el mercado “compra” el giro albertista (segundo interrogante) y ofrece cierto aire. También (tercer interrogante) es si ese giro no genera tensiones internas.
Según el escenario base de Muñoz, el dólar se iría a $73 a fines de 2020; la inflación sería de 38% y el PIB crecería 1,5%.
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