i en el mundo de los autos hubiese una organización como Greenpeace, ya hubiese dado la alarma de que hay una especie en vías de extinción: los autos chicos de 3 puertas.
Es algo fácil de notar en la calle; los pocos que se ven acusan varios años de edad y entre los modelos más recientes, ya prácticamente han desaparecido de la oferta. Tomemos por ejemplo el caso del popular Volkswagen Gol, que nació como un hatchback de 3 puertas en 1980 y se popularizó como tal (recién en 1997 incorporó una versión de 5 puertas). Hoy los Gol coupé representan apenas un 16% del total de las ventas del modelo.
Por supuesto que no es sólo un fenómeno local. Un reciente informe de JATO Dynamics -una de las principales consultoras del rubro en Europa- indica que las ventas de autos de 3 puertas en el Viejo Continente para el segmento B -el más popular, que incluye por ejemplo al Renault Clio, Peugeot 208, VW Polo, etcétera – la proporción pasó desde el 31% a un modesto 13% del total de las ventas. Y nada indica que esta tendencia vaya a revertirse: de hecho los nuevos VW Polo (reemplazante del Gol), Fiat Argo (que sustituye al Palio y el Punto) y tantos otros, ya directamente no incluyen versiones tripuerta en sus gamas.
Entre sus múltiples abordajes posibles, la historia de la evolución del automóvil puede pensarse como un proceso de selección natural. La teoría que Darwin estableció a mediados del Siglo XIX dice -resumidamente- que las especies que mejor se adaptan a los cambios de su medio ambiente son las tienen más posibilidades de sobrevivir. Tanto en la naturaleza como en el mundo de los autos, a veces se producen fuertes cambios en el entorno que hacen que determinadas soluciones de pronto se encuentren mejor adaptadas. Otras veces la propia innovación de los diseñadores e ingenieros (el equivalente a las mutaciones en la vida orgánica), generan productos que terminan prevaleciendo sobre otros. En la mayoría de los casos -como en cualquier ecosistema- se trata de una compleja interrelación de factores. Para los autos: desde crisis económicas que llevan a una racionalización de la oferta y la demanda, pasando por cambios culturales que alteran las conductas de los consumidores, hasta modificaciones de diseño que inciden en el gusto general. Y por supuesto, el advenimiento de nuevas especies que avanzan inexorablemente, fagocitándose a otras.
Antes de continuar, conviene tener un marco de referencia acerca de cuál es el lugar que las coupés han tenido desde siempre en el imaginario social, con la licencia de que el término coupé se usa aquí como sinónimo de dos puertas laterales. Es en realidad bastante simple: como derrame de sus hermanos mayores -los deportivos y los Gran Turismo-, todo automóvil que tenga sólo dos puertas laterales es sinónimo de individualidad, deportividad y diversión.
Hasta finales de la década pasada, los modelos de 3 puertas ocupaban las dos puntas de cada segmento bajo (A y B): por un lado eran las versiones más económicas, y por el otro las más caras y deportivas. Pero en ambos casos conservaban ese aura de vehículo orientado a una vida más individualista. Simplificando: si las 4 puertas simbolizaban una idea de vida familiar /responsabilidad/aburrimiento, las 2 puertas históricamente han representado la ecuación soltería/libertad/diversión.
Una típica cosa que sucede con la llegada de una crisis económica es que las pautas de consumo se desplazan rápidamente desde lo simbólico y lo aspiracional, hacia lo práctico y lo conveniente. La brutal crisis económica de 2008/2009 fue un punto de inflexión en el Hemisferio Norte, que es donde se diseñan la mayoría de los autos. Podría decirse que a partir de ese momento los consumidores se volvieron mucho más racionales y comenzaron a inclinarse masivamente hacia las opciones más funcionales de 4 puertas, dejando de lado todos aquellos valores intangibles descriptos en el punto anterior. Paradójicamente, los prósperos años inmediatamente anteriores a la crisis habían visto un revival de los pequeños autos de 3 puertas, encabezados por el MINI Cooper (2001) y el Fiat 500 (2007), y seguidos por el Citroën DS3 y el Opel Adam, que a pesar de haber sido lanzados en 2010 y 2013 respectivamente, fueron concebidos en los años inmediatamente anteriores a la crisis. Hoy estos modelos son de los pocos tres-puertas chicos que sobreviven.
Por el lado de la oferta (los fabricantes) la estrepitosa caída de ventas provocó un fuerte proceso de ajuste para bajar costos. Y una manera muy efectiva de hacerlo fue disminuyendo la cantidad de versiones de carrocerías ofrecidas. Es un hecho: fabricar un auto de dos puertas laterales es más barato de producir que uno de cuatro; pero es todavía más barato fabricar sólo una versión. Y como la demanda se inclinó por tener más puertas, pues más puertas es lo (único) que obtuvo. Renault fue una de las precursoras a partir de 2012, ofreciendo sólo una versión de 5 puertas del histórico Clio en su cuarta generación y hasta el nuevo Twingo (un clásico tripuerta), abandonó el formato coupé.
La crisis 2008/2009 aceleró los tiempos, pero lo cierto es que el cambio en el comportamiento de los consumidores ya venía gestándose desde bastante antes. A partir de fines de la década de 1990, la coupé empezó a flaquear como símbolo de deportividad y libertad. O, mejor dicho, lo que entró en crisis fue ese paradigma de masculinidad asociado a las dos puertas. Es algo perfectamente observable en la publicidad, que dejó de apelar a la épica del macho alfa, para empezar a mostrar individuos más enfocados en cuestiones prácticas y sensibles, en los que la vida familiar no representaba una pérdida de libertad sino, por el contrario, un paso enriquecedor en la vida. Adelantándose a su tiempo, Alfa Romeo lo entendió perfecto allá por 1995, cuando empezó a gestar el 156, la primera coupé de 4 puertas que combinaba en dosis perfectas belleza y practicidad. Este nuevo concepto empezó a derramar rápidamente hacia la alta gama, pero también hacia los segmentos inferiores. Si en las décadas de 1980 y 1990 hubiese sido inconcebible pensar un hot hatch (como el VW Golf GTI o el Peugeot 205 GTI) en formato 5 puertas, para 2008, cuando arribó el Ford Fiesta Kinetic Design, el panorama era completamente distinto. Las 4 puertas laterales habían dejado de ser sinónimo de aburrimiento y pasaron a ser cool.
Así como el Peugeot 205 lo fue en su momento, el Ford Fiesta es hoy el mejor representante de lo que es un auto chico moderno. Los diseñadores de Ford entendieron mejor que nadie cómo transformar los nuevos requisitos de seguridad en líneas de un dinamismo como no se había visto antes. Y sucedió algo inesperado: la versión de 5 puertas resultó más atractiva que la de 3. Pasa que la línea de cintura (determinada por la base de las ventanillas laterales) extremadamente inclinada generó una superficie de chapa enorme en el tercio trasero del auto. Y aunque parezca una nimiedad, la línea de la puerta trasera, e incluso la manija de apertura, son elementos que cortan esa gran masa de metal y la aligeran visualmente. Para decirlo en lenguaje técnico, los autos modernos de 3 puertas son más culones que sus hermanos de 5. Los autos con líneas de cintura más plana como el MINI Cooper, el Fiat 500, el Audi A1, e incluso el VW up! tienen menos problemas de gordura en la parte trasera y por eso siguen luciendo muy bien en sus versiones tripuerta. Otros casos como el del Renault Clio IV, combinan la deseabilidad de las 2 puertas laterales con la practicidad de las 4, usando el recurso de esconder la manija de apertura en el parante trasero. Pero esa línea de cierre de la puerta trasera sigue siendo crucial.
Es un hecho: los autos chicos de tres puertas están desapareciendo. Y ese declive es particularmente coincidente con el ascenso de la nueva raza de pequeños SUV (o como se los denomina ahora: CUV, Crossover Utility Vehicle). Tal vez sea temprano para afirmarlo, pero es posible pensar que la aspiracionalidad que despertaban los pequeños hatchback de 3 puertas se haya desplazado a estos nuevos vehículos, que expresan valores parecidos y a la vez diferentes: la libertad, que ahora es transitar por cualquier camino (es lo que transmiten, no necesariamente lo que pueden hacer); el poder que está expresado por una posición de manejo alta y dominante; y la deportividad, que viene dada por líneas muy dinámicas, incluso con el remanido recurso de simular sólo 2 puertas laterales con la manija de la puerta trasera camuflada. El Honda HR-V es un perfecto ejemplo de todo esto, pero tal vez ningún modelo haya ido tan lejos en este estilo como el Toyota CH-R (foto de tapa), que pronto desembarcará en la Argentina. Ahora, si es más linda que un clásico 205 GTI, es ya una cuestión de gustos.
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