Durante los últimos años fue notable el avance y evolución de los SUV, siglas que hacen referencia a los vocablos en ingles sport utility vehicle y que significan vehículo utilitario deportivo.
Esa definición de “deportivo” no hace referencia al significado estricto que tiene la palabra en el mundo automotor, sino que se refiere más a una idea de esparcimiento y aventura.
Probablemente sea por eso que este tipo de vehículos ha ganado tantos adeptos en el último tiempo, más allá de que luego se muevan siempre en entornos urbanos.
Pero no hay dudas que la otra gran razón de compra tiene que ver con una cuestión estatutaria, ya que generalmente los SUV son más caros que los autos convencionales, tomando siempre parámetros de tamaños y segmentos similares.
Y es ahí en donde surge la gran duda. Un SUV compacto cuesta más que un auto compacto, pero lo mismo que un sedán mediano. Entonces, cuál comprar.
Para graficarlo con ejemplos concretos. Un Volkswagen T-Cross, uno de los últimos SUV compacto que llegó al país y uno de los más buscados en el último tiempo, cuesta lo mismo que un Toyota Corolla, el sedán mediano más vendido del mercado y que acaba de renovarse.
Es decir, se trata de dos modelos nuevos que cuentan con tecnologías actuales y altos niveles de equipamiento y seguridad.
La versión más económica del T-Cross es la Trendline con caja manual, que cuesta 1.401.000 pesos y llega hasta los 1.850.000 pesos que cuesta la versión Highline con caja automática.
El Corolla más accesible, el XLi con caja manual, arranca en 1.430.000 pesos y llega hasta los 2.017.000 pesos con la variante SEG con caja automática. Pero en el medio aparece una versión con sistema híbrido de propulsión, la XEi que lleva un motor naftero y otro eléctrico, a 1.834.900 pesos.
Si bien hay extremos en distintas comparaciones entre marcas y modelos, esta ecuación se da mayormente en casi todos los casos entre SUV compactos y sedanes medianos.
Basta con citar el caso de Peugeot, en donde el sedán mediano 408 (desde $ 1.402.800) y el SUV compacto 2008 (desde $ 1.348.400) tienen gama de precios similares.
Y en Chevrolet pasa lo mismo y con “saldo” a favor del sedán: la versión 4 puertas del Cruze arranca en $ 1.462.900, mientras que el SUV Tracker lo hace a partir de $ 1.542.900.
Y aunque esté comprobado que la mayoría de la gente que compra un vehículo termina adquiriendo el que más le gusta y no el que más le conviene, es bueno repasar los pros y los contra de cada caso.
Por qué elegir un sedán mediano
Históricamente fue señalado como el auto familiar de la clase media argentina. Esa clasificación obedecía en mayor medida por la buena relación entre espacio interior, prestaciones y precio pero también por la escasa oferta de otros tipos de carrocerías en nuestro mercado.
Lo cierto es que la capacidad del habitáculo y del baúl de un sedán mediano resultó más que razonable para una familia tipo.
Si nos guiamos por los datos, tomando siempre el ejemplo mencionado previamente, un Toyota Corolla mide 4.63 metros de largo y 1,78 de ancho y la capacidad de su baúl es de 470 litros.
El espacio interior es muy cómodo para cuatro pasajeros, aunque en las plazas traseras se pueden encontrar más restricciones que adentro de un SUV. Y eso tiene que ver con una cuestión de arquitectura.
Un sedán es más bajo que un SUV, por lo tanto hay menos espacio vertical en el habitáculo. Es por eso que en un auto como el Corolla, la distancia que hay entre el borde del cojín de los asientos hasta el piso es menor, por lo tanto, puede haber menos lugar para las piernas.
Algo parecido ocurre con el espacio a la altura de la cabeza. Es por eso que personas de más de 1,80 m de altura pueden sentirse más cómodas dentro de un SUV compacto.
Una situación similar aparece en el espacio de carga. Generalmente los baúles de los sedanes tienen mayor capacidad que los de un SUV compacto, pero tienen más limitaciones para ampliarse, ya que solo lo pueden hacer anulando parte o la totalidad de las plazas traseras.
En el apartado mecánico hay una clarísima ventaja a favor de un sedán mediano. En el caso del Corolla, su motor es un naftero de 2.0 litros y 170 caballos de fuerza, que se combina con una caja manual de 6 velocidades o una automática CVT de variador continuo.
Con una mecánica de esas características se puede obtener una mejor performance, en caso de ser necesario, y un consumo de combustible contenido si, en cambio, se realiza una conducción prolija y “suave”.
El comportamiento dinámico y el confort de marcha es superior que el de un SUV compacto. Por un lado, tiene una distancia entre ejes más extensa (de 2,7 metros en el caso del Corolla) y, por el otro, un centro de gravedad más bajo, lo que evita que los balanceos de carrocería sean muy marcados al doblar.
Y en muchos casos, el sistema de suspensión trasera de un sedán mediano es independiente, lo que brinda más confort y mejor apoyo de las ruedas, que replica en mayor seguridad.
En materia de equipamiento, los modelos modernos están muy equiparados, tanto a nivel seguridad como tecnología y conectividad. En donde sí suelen sacar ventaja los sedanes medianos es en la insonorización del habitáculo, ya sea por razones aerodinámicas como por el tratamiento que reciben algunas zonas con paneles anti ruido.
En caso de choque, los resultados que obtuvo el Corolla en las pruebas de impacto que hizo Latin NCAP fueron de los más altos registrados.
Por qué elegir un SUV compacto
Este tipo de vehículos, tal como lo conocemos hoy, nació a principios de los 2000, cuando Ford presentó el EcoSport. La idea de la marca del óvalo fue tomar la base de un auto chico, en ese caso un Fiesta, y construir sobre ella un vehículo con aspecto de vehículo 4×4.
Y si bien en aquel entonces (y aún hoy) había versiones con tracción en las cuatro ruedas, el tiempo demostró que la elección de la gente pasaba casi en su totalidad por las versiones con tracción simple.
No hay dudas de que se trata de la silueta más buscada por los compradores de vehículos en la actualidad y en los últimos años. Supera incluso a la de los deportivos, ya que prácticamente todas las marcas se han volcado a la fabricación de un SUV.
De hecho, aunque no son compactos, Lamborghini y Rolls-Royce tienen los suyos y Ferrari lo tendrá en breve.
Pero los que son un fenómeno en nuestra región son los SUV compactos, que han hecho desaparecer a modelo familiares como rurales o monovolúmenes. Y es por eso que son hoy los más elegidos por las familias.
Su principal atractivo para muchos usuarios pasa por su figura, que da idea de un vehículo más grande del que realmente es y de un estatus más alto del que verdaderamente tiene.
No es casualidad que la mayoría del público se refiera a estos modelos como de un modo femenino, haciendo alusión a una “camioneta”.
Y una de las primeras discusiones que tendrá el dueño debutante de un SUV compacto será por la tarifa de la hora en un estacionamiento o por el lavado en un lavadero, luego de ver que le cobraron como camioneta cuando en realidad es más chico que un auto.
Volviendo al ejemplo inicial, el Volkswagen T-Cross mide 4,19 metros de largo y 1,76 de ancho. La capacidad máxima de su baúl llega a los 420 litros.
Si bien el volumen de carga es menor que el de un sedán mediano, la boca de carga es mucho más amplia y permite maniobrar elementos voluminosos de una manera más cómoda: por ejemplo, un carrito para bebé se ubica con mayor facilidad.
Además, la posibilidad de aumentar esa capacidad de carga hacia el techo le da otro plus. Pero hay que recordar que, por una cuestión de seguridad, cada vez que se haga esto hay que colocar una red entre el área de carga y los asientos traseros.
El puesto de conducción está más elevado que en un auto convencional, lo que da una mejor visibilidad y una sensación de seguridad superior.
En general, los habitáculos de los SUV compactos son muy generosos en materia de espacio y de sensación de confort, especialmente para los pasajeros traseros, que van en una posición más elevada y con un campo de visión más amplio, que evita la percepción de encierro.
Un detalle no menor para muchos tiene que ver con la facilidad de ingreso y egreso del vehículo, ya que no hay que dejarse caer al entrar o trepar para salir.
En cuestiones de mecánica, los SUV compactos están en la mayoría de los casos un escalón más abajo. En particular en el caso del T-Cross, que viene con un propulsor naftero de 1.6 litros y 110 caballos.
Y las versiones con caja manual tienen una transmisión de 5 marchas. Solo las opciones automáticas traen 6 relaciones.
Todos estos datos se traducen en un vehículo menos ágil, al que en muchas ocasiones hay que acelerar de más para tener buenas respuestas, con un consecuente aumento del consumo de combustible.
Además, al tener una superficie frontal mayor y un coeficiente aerodinámico menos favorable que la de un sedán, un SUV encuentra mayor resistencia del aire para avanzar y, por lo tanto, eleva el consumo.
El ruido del viento también se siente más en un vehículo de estas características.
En cuestiones dinámicas, un SUV compacto muestra menos aplomo que un sedán mediano por física pura: es más corto y más alto, por lo tanto, su centro de gravedad está más arriba, lo que produce mayores balanceos de carrocería. Y en general también las suspensiones son más ásperas.
Pero esas características pasan a tener un valor alto en ciudades y rutas como las nuestras que no están en perfecto estado. La distancia al suelo que ofrece un SUV nos da la comodidad de circular sin andar golpeando los bajos del vehículo o al entrar o salir de una cochera con rampa.
Para los caminos de tierra o irregulares, que abundan en nuestro país, también es más favorable.
Como se mencionó antes, no hay tantas diferencias en materia de equipamientos. pero sí hay una clara a favor de los SUV: los techos de vidrio panorámico son más comunes en estos modelos.
Y en caso de impacto, tomando también como referencia las pruebas de Latin NCAP, el Volkswagen T-Cross también recibió la máxima calificación luego de las pruebas de choque.
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