Por: Diego Zorrero – Infobae
Las primeras unidades llegaron desde Francia a finales de 1981. Era una revolución para el mercado argentino, acostumbrado a berlinas o sedanes medianos y a autos deportivos grandes, más bien americanos, como la cupé Dodge o la cupé Chevy, y ni que hablar de la querida cupé Torino, que también había nacido de un modelo proveniente del mercado de EE.UU.
Solo Ford había buscado actualizarse a la tendencia europea con la cupé Taunus, que de todos modos tenía las líneas rectas “algo ochentosas” para ofrecer. Renault había traido el R18 y había sacudido al mercado con un auto fuerte, potente y equipado, pero tracción delantera. Otra innovación. Entonces llegó la cupé Fuego a Argentina.
El dibujo era de un francés que provenía de Citroën, Robert Opron. Tenía en su portfolio nada menos que dos íconos de otro de los grandes constructores franceses: el SM y el famoso CX. Y su primer éxito en Renault fue esta cupé deportiva con formas redondeadas que vista de perfil tenía la forma de huevo, incluso con su extraña luneta curva de una sola pieza. Víctima del COVID-19, Opron falleció en marzo de 2021, a los 89 años, pero sí supo y disfrutó del éxito de aquella idea llamada Fuego en Argentina.
Porque desde fines de 1981, cuando la cupé Fuego fue importada en nuestras tierras, la demanda inmediata hizo que en tiempo récord, Renault decidiera adaptar la línea de montaje de Santa Isabel para poder fabricar el auto en Argentina. Y así fue. El hecho de compartir la plataforma del Renault 18 hizo posible que ya en marzo empezara la fabricación de las primeras unidades de pre-serie y a partir de julio se inició la producción seriada. Al comienzo, la versión argentina tenía un 50 % de componentes nacionales, pero solo un año después esa proporción ya fue del 63%.
La versión fue la GTX, con motor 2 litros de 103 CV y una velocidad máxima de 183 km/h. Para la época, eran valores muy aceptables, y siendo un vehículo de tracción delantera, más aún. Si por fuera y bajo el capó era un auto completamente distinto a lo conocido, el equipamiento interior lo era también. Primero por ser una cupé pero tener capacidad para cuatro pasajeros cómodamente sentados. Después, por las butacas especiales “tipo pétalo”, levantavidrios eléctricos, aire acondicionado, radio AM/FM con pasacassette autoreverse, traba electromagnética de puertas, reloj digital y luz spot para el acompañante.
Fue en 1985 cuando apareció la primera cupé Fuego en las pistas. Correría en TC2000, la categoría más sofisticada del automovilismo argentino de autos de turismo. La preparó Oreste Berta, por esos años el responsable de la gestión técnica de Renault en competición, que había puesto al Renault 18 en la cima del Campeonato Argentino de Rally desde 1982 a 1985.
Con el piloto cordobés Daniel Mustafá, debutó en Las Parejas, y poco después, un segundo auto manejado por Ernesto Bessone (h), lograba ganar por primera vez con el modelo en Las Flores. Renault dejó los rallies y con la certeza de las posibilidades técnicas comprobadas con un R18 en manos de Juan María Traverso primero y de esas dos Fuego particulares después, decidió desembarcar con un equipo oficial en la categoría.
El desafío era doble, porque Ford acababa de presentar su revolucionaria cupé Sierra XR4 el año anterior, y ese 1985, la primera unidad que se puso a correr, se había llevado el campeonato de TC2000 con Rubén Daray. Había que entrar y ganarle, porque en las calles, ya había nacido la competencia entre ambos modelos deportivos también.
Renault le encargó a Berta hacer el equipo con dos Fuego, una para Traverso y la restante para su piloto oficial de rally, Ernesto Soto, que no tenía demasiada experiencia en pista. Y el resultado fue aplastante. Traverso ganó el campeonato de 1986, fue subcampeón en 1987, nuevamente campeón en 1988, subcampeón de su compañero de equipo, Miguel Ángel Guerra en 1989, y desde 1990 a 1993, se llevó los cuatro campeonatos siguientes. La cupé Fuego dominó la categoría en esos 8 años, llevándose todos los títulos de manera consecutiva.
Pero a finales de 1992, tras cumplir 10 años de éxitos comerciales y deportivos, la Fuego ya había dejado la línea de montaje de Córdoba, para dar paso a modelos más acordes a los tiempos que corrían. Así como la Fuego había reemplazado al Torino, otros autos tomarían la posta de este fenómeno que se retiraba con todos los laureles.
Casi como una mueca del destino, la sociedad entre Berta y Traverso también se terminaba con la cupé Fuego, y desde entonces, ambos seguirían por caminos separados. Pero a lo largo de ese tiempo compartido, hubo hitos que jamás se olvidarán. Aquella carrera que Traverso terminó en tres ruedas, ganándole el segundo puesto a Mario Gayraud en Pigüé en 1987, la famosa victoria con el auto prendiéndose fuego (paradójico) en General Roca en 1988, y la despedida que no fue, porque Traverso no pudo correr la última carrera de la Fuego oficial en TC2000, ya que había sido desclasificado el sábado en Resistencia, Chaco, en diciembre de 1993.
Pero sin dudas, una de las historias más apasionantes es otra que ocurrió en 1988, y fue motivada por el cambio de color de los autos que todavía se recuerda con mucho cariño. “Por pedido de uno de los sponsor del equipo, ese año 88 decidieron pintar las cupé Fuego mía y de Guerra (que ese año entró al equipo en lugar de Soto), de color negro. El impacto que causó fue tal, que cada lunes después de una carrera de TC2000, las concesionarias de todo el país se llenaban de pedidos de cupé Fuego negras. Pero como no era el color que más se vendía, no daban abasto en la fábrica y la gente quedaba en lista de espera para recibir su auto. Así que para el año siguiente volvieron a ser blancas”, cuenta siempre Juan María Traverso.
Como festejo de los 40 años de la llegada de la cupé Fuego a nuestro país, Renault Argentina invitó este 25 de julio a ambos personajes que tanta identidad tienen ese automóvil. Oreste Berta y Juan María Traverso fueron agasajados en la Planta de Santa Isabel por Pablo Sibilla, Presidente y Director de Renault Argentina, en compañía de un grupo de empleados retirados de la marca que fueron parte de aquellos años, y de fanáticos de la cupé Fuego, quiénes llevaron algunas unidades para exhibir junto a uno de los autos de Traverso que ha sido restaurado a nuevo y forma parte de su colección personal.
En la reunión hubo muchas anécdotas de todo tipo, vivencias de ambos, preparador y piloto, no solo respecto a las carreras de TC2000 sino también del auto en la vida cotidiana. En 1986, cuando la cupé Fuego oficial empezó a competir con Traverso al volante, parte de la campaña de publicidad de la marca fue vincular el auto de carreras con el de calle. Emulando aquella foto, que ilustra esta nota, Traverso volvió a pararse entre ambas cupé Fuego con sus manos en el techo de ambas unidades, aunque ahora, sin el buzo antiflama y el casco, pero con 6 títulos de Campeón de TC2000 que por entonces, todavía no habían entrado a su estadística.
Fuente: Infobae
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