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Un rebote económico que será insípido

Está a punto de finalizar 2018, un año de retroceso en el plano económico, con cifras negativas en muchos frentes. Así, la principal inquietud actual es cuándo y cómo comienza la recuperación.

  Un rebote económico que será insípido

Según lo que es posible proyectar, la economía se contraerá 2,6% en 2018, dejando un arrastre negativo de 3,4 puntos para el próximo año. Los últimos registros muestran una caída significativa en la producción, la inversión y el consumo. La industria se derrumba, con una contracción de 6,8% interanual en el mes de octubre. La construcción también evidencia un fuerte descenso, del orden de 6,4% interanual. En este sector, las peores perspectivas son las de las empresas que se dedican a la obra pública, en línea con las menores licitaciones (se espera una caída de 26% para el próximo año).

 

En cuanto al consumo, a partir de julio todos los indicadores comenzaron a verificar bajas, en línea con la caída del salario real, que se ubicó en alrededor de 6% en todo 2018. Las ventas de bienes durables son las que muestran los mayores descensos del año. A modo de ejemplo, la comercialización de vehículos se redujo 57,9% en noviembre, en la comparación interanual.

Acorde con la caída del poder adquisitivo, se incrementó la participación de las compras con tarjetas de crédito en supermercados y autoservicios mayoristas, en detrimento de aquellas con efectivo o tarjeta de débito. En este sentido, se observa que el crédito transaccional se sostiene más que el crédito destinado a la inversión o al consumo de bienes durables. Así, mientras los préstamos con tarjetas crecen al 35%interanual, los créditos personales lo hacen al 25%.

Con respecto al mercado laboral, el empleo total registrado se contrajo en septiembre 0,6% interanual, lo cual implica 70.000 ocupaciones menos, según los últimos datos oficiales. A su vez, el empleo en grandes empresas mostró en octubre el mayor retroceso desde 2009 (-1,6% interanual), mientras que el desempleo verificó una suba interanual de 0,7 puntos en el tercer trimestre.

Por su parte, quienes cobran prestaciones de la seguridad social tienen fuertes caídas en su capacidad de compra. Se observa una baja en términos reales de 7,5% interanual en las jubilaciones, en todo el año, y una baja de 11% interanual en el salario mínimo. Para quienes perciben la Asignación Universal por Hijo (AUH), los ingresos mostraron un incremento de 19% interanual, gracias al bono de $1200 pagado en septiembre, al que se sumó otro de $1500 en diciembre. Sin esos montos adicionales, la baja también habría sido pronunciada.

La contracción de la actividad económica seguirá durante los primeros meses de 2019, con una desaceleración del ritmo de caída. Desde Fundación Capital estimamos una caída del producto en el primer trimestre del orden de 4,4% interanual. Seguirá un segundo trimestre también negativo (-1,1%), aunque con una baja menos pronunciada del consumo y un repunte de las exportaciones, vía el sector agrícola. Recién se verificaría en el tercer trimestre un tibio rebote del nivel de actividad (+1,9% interanual), en línea con un mayor consumo luego del cierre de paritarias. De cualquier modo, la mejora en la segunda mitad no bastará para revertir la caída. Y la economía volvería a contraerse en 2019, en ese caso un 1,2%.

Existen otros escenarios económicos posibles. Si la caída de la inversión se duplica, en línea con la incertidumbre de cara a las elecciones y con las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda, la contracción sería del orden de 3%. En sentido contrario, si se adelantan paritarias o si los aumentos pautados resultan superiores a lo previsto, la caída del consumo podría ser menor y, entonces, podría haber un escenario más positivo, con una recuperación a partir del segundo trimestre.

En materia de precios, la fuerte inercia inflacionaria se sostendrá. Estimamos una inflación en desaceleración, que podría reducirse en unos veinte puntos respecto de este año, en un comportamiento de los precios similar al que se observó en 2017.

No hay que dejar de tener en cuenta sin embargo, que las tarifas le podrían adicionar entre 3 y 6 puntos al índice de inflación de 2019. Y se presenta, además, otros dos importantes aceleradores. Por un lado, las paritarias y, por el otro, los posibles efectos de la usual dolarización de carteras en años electorales.

Respecto de este último punto, vale recordar que el actual programa del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) implica poco margen de maniobra para el Banco Central. En la práctica, la tasa de interés real positiva es la única herramienta. Las tasas elevadas han sido claves para estrangular la demanda de dólares (las compras netas de billetes por parte de personas sumaron US$632 millones en octubre frente a US$921 millones de septiembre), pero existen unos $170.000 millones en nuevos depósitos en pesos del sector privado (desde octubre hasta ahora), que podrían dolarizarse en el período previo a las elecciones.

Así, en nuestro escenario base prevemos un deslizamiento del dólar diciembre contra diciembre en línea con la inflación, pero con un movimiento del tipo de cambio varios meses antes de las elecciones primarias. No obstante, un proceso de dolarización de carteras más agudo podría derivar en un escenario más disruptivo.

Los desafíos económicos más allá del próximo año se centran en la capacidad de generar divisas y en la sostenibilidad fiscal. Prevemos que el déficit de cuenta corriente se mantenga en torno a 2,5% del producto, en línea con mayores importaciones y frente a un cambio de signo en la actividad económica. En materia fiscal, la carga de los intereses continuará presionando al rojo en el resultado financiero. En este sentido, frente a un ratio de deuda bruta respecto al PBI en torno de 90% este año y a un cronograma desafiante de pagos al FMI, en 2022 y 2023, será preciso alcanzar un superávit primario y emprender un plan de expansión para retornar a los mercados.

En definitiva, estamos frente a un 2019 que, en el mejor de los casos, presentará un rebote insípido, Mientrast tanto, queda pendiente un programa que nos encamine a un verdadero crecimiento económico.

La autora es economista jefa de la Fundación Capital

Por: Irina Moroni

26 diciembre, 2018

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