Tras dos jornadas frenéticas en las que el tipo de cambio aumentó aproximadamente 24 por ciento en el mercado minorista, la economía argentina volvió a demostrar que la volatilidad es su principal enemigo. La sequía, una inflación que el Gobierno no consigue domar, la caída de la actividad económica y un Banco Central obligado a deshacerse de reservas para contener el tipo de cambio parecen convertir en utópicas las promesas de Cambiemos de bajar la pobreza hacia el final de su mandato.
La corrida cambiaria que se inició a fines de abril parecía haberse desacelerado a principio de agosto, pero a un día de concluir el mes, el peso acarrea una devaluación del 37,17% en el año y del 101,60% en 365 días. Ayer, la cotización en el mercado minorista tocó los $ 42 en bancos privados y cerró a $ 38,20 en las pantallas del Banco Nación (BNA), $ 3,70 pesos por encima de lo registrado el miércoles.
El alto índice de inflación es uno de los factores que hacen al país más vulnerable que otros mercados emergentes a los movimientos de los inversores globales que se alejan de los activos de riesgo. Si bien el gobierno de Cambiemos redujo la impresión de billetes para financiar el déficit fiscal, la quita de subsidios a los servicios públicos y la caída de la tasa de cambio han mantenido la inflación alta.
El Banco Central respondió a la rápida depreciación y al alza de la inflación elevando las tasas de interés y vendiendo miles de millones de dólares en reservas para proteger el peso. El resultado fue una fuerte disminución de las mismas. Si bien el préstamo del FMI las impulsó, la presión continua sobre el peso ha llevado al BCRA a intervenir nuevamente para intentar contener la cotización.
La peor sequía en décadas redujo las cosechas de soja y maíz, la columna vertebral de la economía argentina. La economía ahora se ha contraído por tres meses consecutivos, con el sector agrícola liderando el camino hacia lo que los economistas están seguros de que será una recesión. La economía cayó un 6,7% en junio, la peor caída mensual desde la crisis financiera mundial de 2009.
La recesión, estima la agencia de noticias Reuters, amenaza dos de las principales promesas de campaña de Macri: lograr “pobreza cero” y crear empleos de calidad para los argentinos. Macri reconoció a principios de este mes que la pobreza probablemente había aumentado debido a la inflación y la desaceleración económica, mientras que el número de trabajadores registrados ha comenzado a disminuir desde su pico en diciembre de 2017. El gobierno planea reducir el gasto en infraestructura como parte de sus promesas de recortar déficit presupuestario bajo el acuerdo del FMI, que podría exacerbar las pérdidas de empleo.
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