Juan Manuel Fangio siempre decía que los paisajes son para los pasajeros de un auto, y no para el conductor. Quién lleva un volante en sus manos, solo debe estar concentrado en el camino y el tránsito. Una distracción puede ser fatal.
Claro que cuando el quíntuple campeón mundial de Fórmula 1 daba estos consejos, no sabía de la llegada de la tecnología a la conducción a través de los famosos sistemas ADAS (Advanced Driver Assistance Systems) que hoy equipan a gran parte de los automóviles del mundo, al menos los de nueva generación, y tampoco sabía que en los teléfonos celulares existirían asistentes de navegación tipo GPS, como son hoy Waze o el Google Maps.
Pero Fangio no estaba equivocado, aún sin saber lo que pasaría en el futuro. Las asistencias a la conducción son una moneda de dos caras. De un lado, los beneficios que representan sistemas de Inteligencia Artificial o geolocalización que permiten tener más precisión en las maniobras y las decisiones que se toman al volante. Del otro lado, la distracción y pérdida de concentración en el tránsito, porque se descansa en la tecnología.
Lo difícil es encontrar el punto justo, porque de otro modo, los conductores del futuro estarán más propensos a cometer excesos que quienes, a la vieja usanza, se sentaban al volante y solo prestaban atención a la tarea de conducir un automóvil.
Hoy, gracias a la conectividad y la tecnología, es frecuente usar esas aplicaciones instaladas en los teléfonos móviles como una ayuda para mantener la velocidad dentro de los parámetros permitidos y no cometer una infracción.
El Observatorio Vial de la CECAITRA, la Cámara que nuclea a las empresas productoras de software vial, realizó un sondeo en más de mil hogares de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, para tratar de conocer si los conductores utilizan estos dispositivos con esa finalidad.
La primera pregunta fue si al conducir las personas utilizan aplicaciones móviles para saber cuál es la velocidad máxima permitida. Sólo el 26,8% sostuvo que sí, mientras el 73,2% dijo que no, y el resto de los encuestados no eligió una opción.
Si se separa la encuesta por rango de edades, en cambio, se puede apreciar una diferencia, ya que el 35% de los adultos mayores a 65 años dijo utilizar las aplicaciones para conocer las velocidades, mientras que apenas entre los adultos de 30 a 64 años, solo el 24% reconoció su utilización.
La siguiente consulta fue si se utilizan aplicaciones móviles para saber la ubicación de las fotomultas, otra costumbre que parece haberse hecho habitual. Sin embargo solo el 14,2% admitió usarlas, en tanto el 85,8% dijo que no lo hacen con ese fin. Y si se separa por edad, los menores de 29 años son quienes más reconocieron su aplicación para saber dónde podían ser sorprendidos con una cámara en una proporción del 26%. Ese porcentaje bajó al 10,4% en los adultos de entre 50 a 64 años.
La Ley Nacional de tránsito no detalla exclusivamente la permisividad o la prohibición de estas nuevas herramientas de localización, pero hay alguna ambivalencia que CECAITRA deja expresada en su estudio. Por un lado, el artículo 48 establece que está prohibido “conducir utilizando auriculares y sistemas de comunicación de operación manual continua”. A su vez, el artículo 77 inciso q sostiene que constituye una falta grave “la conducción de vehículos utilizando auriculares y/o sistemas de comunicación manual continua y/o pantallas o monitores de video VHF, DVD o similares en el habitáculo del conductor”.
“Si consideramos los dos artículos, se puede concluir que el uso, tanto del GPS como de las aplicaciones en los celulares, no es recomendada mientras se conduce ya que se pueden dar en simultáneo cuatro tipos de distracciones: visuales, al apartar la vista de la ruta; cognitivas, por ejemplo, al reflexionar sobre una determinada directiva; físicas, como cuando un conductor sujeta o manipula el aparato, en lugar de conducir con ambas manos al volante y auditivas, como por ejemplo, al escuchar lo que le indica la aplicación”, expresó Facundo Jaime, vocero de CECAITRA.
Por último, luego de indagar sobre el uso de los dispositivos, se buscó también conocer la opinión sobre la conducción en el país. La pregunta respecto a cómo evaluaría el respeto de los argentinos hacia las normas de tránsito tuvo una respuesta contundente, porque 8 de cada 10 personas contestaron que el conductor argentino no era respetuoso. Para el 33,5% de los encuestados el respeto es muy bajo y para el 45% es bajo. Y haciendo un segundo cuestionamiento al respecto, pero centrado en cada persona y en función de su propio respeto a las normas, 9 de cada 10 personas dijeron ser conductores respetuosos.
Este es un dato adicional que solo permite saber el bajo grado de autocrítica de los conductores y su responsabilidad al volante. Si la mayoría no respeta las normas, pero los encuestados dicen que ellos sí lo hacen, habrá que seguir trabajando en la concientización vial y quizás, en el endurecimiento de las multas.
Mientras tanto, como decía Fangio, ir atentos a las normas y concentrados al volante, es una parte fundamental de la seguridad vial. Y hoy, utilizar la tecnología para mejorar las condiciones del tránsito es un complemento positivo si hay compromiso hacer un uso correcto de esas herramientas como un beneficio social y no para evitar ser descubierto en infracción.
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